Friday, October 17, 2003

Ateísmo

No vivo para la duda; pero mi amor a la vida no es ajeno al hecho moderno de habenos vuelto más problemáticos y problematizadores. Tomo posición a la vista de la avalancha antimodernista de fin y principio de siglo que no cesa en su satanización científica, el infierno democrático y el miedo como tutor del hombre. Frente al diagnóstico catastrofista ratifico la voluntad de ensayo reconoci?ndome en mi condición limitada de creador y constructor que sólo vive una vez. Esta circunstancia material transforma la creatividad en una tensión sin fin, como ese arco tensado por Nietzsche, Rilke y Ortega, que se¤ala a la vida como un heroico esfuerzo sostenido cuya razón moral no está en el trasmundo; moral que sí puede reír porque somos la bisagra que pone en contacto lo trágico con lo cómico. Este ateísmo sabe que los sufrimientos, aflicciones y horrores con lo que nos encontramos son reales y que no hay Dios, ni en el cielo ni en la tierra, que pueda camuflarlos o hacer de la razón humana la varita de nuestros sue¤os utópicos. Nunca deberíamos hablar de victoria definitiva; dificultad que se nos opone con todo el peso muerto del mundo y que deja a la intemperie el corazón de la voluntad porque sobreponernos es, nada más y nada menos, todo lo que suele hacer la gente en su vida cotidiana. Así las cosas, la conciencia de este problema nos impide decirle adiós a nuestro inseparable demonio melancólico. Aunque poco importa: tenemos mucho tiempo por delante para conocer si seremos capaces de aguantar de pie ante el magnífico enigma de la vida.